Renuncia el primer ministro de Nepal tras ola de violencia y colapso del régimen comunista

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En un giro sin precedentes, el primer ministro de Nepal ha presentado su renuncia en medio de un país sumido en el caos, producto de protestas masivas que han escalado en violencia y tensión en los últimos días. La crisis estalló tras años de descontento popular con el régimen comunista que gobierna el país, señalado por prácticas de nepotismo, censura, corrupción y crisis económica generalizada.

Un régimen tambaleante: censura, represión y explosión social

El detonante del colapso institucional fue la censura total de Internet, medida impuesta por el gobierno para frenar las críticas crecientes. Sin embargo, esta acción provocó el efecto contrario: decenas de miles de ciudadanos salieron a las calles, exigiendo reformas y el fin del gobierno comunista. La represión no tardó en llegar, pero el pueblo nepalí respondió con más fuerza, colapsando el aparato político.

Escenas dramáticas: funcionarios perseguidos y arrojados al río

Uno de los momentos más impactantes ocurrió cuando el Ministro de Finanzas fue perseguido, arrastrado por la multitud y arrojado a un río, como parte de una furiosa reacción ciudadana. El video del hecho se volvió viral y simbolizó el colapso definitivo del poder que durante décadas gobernó bajo una bandera ideológica sin responder a las necesidades del pueblo.

Renuncia inevitable: fin de una era política

A las pocas horas del incidente, y ante la presión local e internacional, el primer ministro anunció su dimisión, afirmando que lo hacía para “preservar la paz y abrir el camino a un nuevo orden democrático”. Sin embargo, la oposición y líderes de las protestas han insistido en que se abran procesos judiciales contra los responsables de abusos, enriquecimiento ilícito y manipulación de las instituciones públicas.

Las causas del estallido: desempleo, juventud frustrada y desigualdad

Nepal vive una profunda crisis social, con altos niveles de desempleo juvenil, deterioro de los servicios públicos y una creciente desconfianza en las instituciones estatales, controladas por un partido comunista que ha sido acusado de beneficiar a una élite cercana al poder. El pueblo, especialmente los jóvenes, ha alzado la voz contra la miseria estructural y la represión ideológica que han marcado el rumbo del país.

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