Los secretos de On Vacation que la convirtieron en una de las empresas más queridas del país

Los secretos de On Vacation que la convirtieron en una de las empresas más queridas del país

La cadena hotelera ha estado trabajando durante 23 años para comunidades, fauna y empleados, con programas sociales, ambientales y de salud durante muchos años, el nombre de las vacaciones estuvo vinculado a los más obvios: una compañía que vende paquetes turísticos. También relacionan su nombre con vacaciones, playa, hoteles en San Andrés, Amazonas o La Guajira, campañas publicitarias que vinieron a ganar premios y que hicieron de la marca una referencia en el sector. Sus clientes vieron la brillante cara del negocio, que lo invita a viajar. Pero detrás de esa fachada hay historias que han permanecido en silencio desde que Carlos Londoño la fundó hace más de dos décadas y hoy Laura Muñoz su presidenta. Lea también: El crecimiento de las vacaciones sigue siendo imparable, ahora con un crédito de oferta, los secretos comenzaron a revelarse con un video que un cliente subió en las redes sociales en las que un grupo de niños en San Andrés cantó canciones para niños en un lugar que parecía una guardería. No era ningún espacio: era un centro de tareas creado por la cadena hotelera para los niños de sus colaboradores. El clip se volvió viral porque expuso algo inesperado: en vacaciones había estado trabajando en proyectos sociales, ambientales y comunitarios que nunca se hicieron públicos. No fue una campaña de marketing. Era una forma diferente de estar en el negocio del turismo. El centro de tareas en la isla es solo una de esas cosas que guarda la compañía. Allí, la cabeza de la familia de las madres puede trabajar en silencio en los hoteles sabiendo que sus hijos están a salvo, estudian y están bien alimentados. Para muchos de ellos, ese gesto marcó la diferencia entre poder mantener un trabajo o quedarse en casa con la incertidumbre de no tener a quién confiar a sus hijos. Nadie le dijo a las cercas del aeropuerto o los catálogos de viajes, pero la iniciativa cambió vidas en silencio. En lugares de Sear como Amazonas y La Guajira, la compañía entendió que el turismo no debería limitarse a las salas de llenado. En alianza con Sena y otras instituciones, establecieron un programa de capacitación que bautizaron estudios, viajes y trabajos. Cientos de jóvenes que vieron la informalidad como una salida con este programa encontraron una opción de vida allí. Estudiaron, entrenaron y terminaron con un trabajo en la misma cadena. Pequeñas historias, que rara vez se convierten en titulares. Lo mismo sucedió con la fauna. Durante más de ocho años, la compañía apoya proyectos de conservación de tortugas marinas en Santa Marta, Manatis en las especies del Caribe y Amazonas amenazadas por la explotación ilegal. También ha donado recursos a brigadas veterinarias que rescatan a los animales heridos. Y en el bioparque de Ikozoa del Amazonas, en vacaciones se convirtió en uno de los principales donantes para la recuperación de los animales víctimas de tráfico ilegal: jaguares exitosos, monos encadenados, aves exóticas a punto de morir. Algunos pudieron regresar a su hábitat natural, otros estaban bajo cuidado permanente, pero todos encontraron la oportunidad de sobrevivir gracias a ese apoyo que nadie mencionó en los anuncios estacionales. En el camino también transformaron la economía de los pequeños productores. En La Guajira, una granja avícola llamada Avicam pasó de vender unos pocos huevos en el mercado local para enviar más de 14,000 unidades semanales a los hoteles. En El Amazonas, una empresa familiar para frutas hoy suministra casi toda la demanda del hotel más grande de la región. El turismo, que toma lo mejor de los territorios tantas veces y deja poco, en este caso sirvió para que algunas empresas crezcan y se consoliden. Hay otras historias que circulan como anécdotas en las aldeas, pero que no aparecen en ninguna pieza publicitaria: brigadas médicas que desde 2017 han traído pediatras, dentistas, dermatólogos y psicólogos a las comunidades que nunca habían visto un especialista; más de dos mil árboles plantados en diferentes partes del país como parte de un plan de sostenibilidad; o la certificación como una compañía BIC, que obliga a la compañía a comprometerse legalmente con el pozo de sus trabajadores, con capital y atención ambiental. Son gestos que generalmente no encajan en la lógica de las cadenas hoteleras. Lo común es ver compañías centradas en la tarifa, ocupación, en promociones estacionales. En vacaciones, sin descuidar el negocio, mantenía otra lista de prioridades: los hijos de sus empleados, los jóvenes de la periferia, los animales rescatados, los pequeños productores, los bosques en riesgo. Todo esto sin grandes anuncios, casi como si fuera una obligación íntima, una especie de convicción silenciosa. El nombre suena extranjero, pero la compañía es 100 % colombiana. Ha rechazado las ofertas de inversión internacional para no perder su esencia y su vínculo con las comunidades del país. Y aunque la mayoría de los viajeros continúan viendo de vacaciones como una opción para escapar de unos días a la playa, la verdad es que detrás hay una red de historias que nunca aparecieron en los folletos turísticos, pero explican por qué, según un estudio reciente de la revista gerente, es la cadena hotelera más querida por los colombianos. Al final, lo que revela que el video que se volvió viral es simple: en las vacaciones no se limitó a la venta de vacaciones. Durante más de veinte años estaba acumulando secretos que hablan de compromiso, apuestas sociales y ambientales, de una manera diferente de hacer negocios en un país donde se alienta a pocas marcas a trabajar en silencio. Lo sorprendente es que nunca hicieron para aparecer. Lo hicieron porque, en el fondo, decidieron usar la camisa para Colombia sin tenerla. La cadena de vacaciones es una marca con un propósito que ha funcionado y para los colombianos sin tener que hacer ruido, lo hace porque a nuestro país le encanta.

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