Cada una de las compañías contratadas por la novia y el novio estaba a cargo de un detalle específico para que la boda, que tenía más de 150 invitados, dejó perfecta en Medellín y Civil, Sara Corrales, la famosa novia interesada y petulante de los vecinos novedosos, dijo «sí» al empresario argentino Damián Pasquini. No fue una boda: fue el resultado de meses de planificación, de un ejército de compañías colombianas que trabajaron en una clave para hacer realidad el sueño de la actriz. Y también fue un regreso a las raíces. Aunque Corrales ha estado viviendo fuera del país durante varios años, quería que la celebración respirara una sola atmósfera: Colombia. La historia de Sara está marcada por la exposición de medios desde el principio. En 2003, cuando apareció en los protagonistas de la realidad de una novela, nadie imaginó que el joven Paisa que estaba en segundo lugar terminaría construyendo una carrera sólida en la televisión latinoamericana. Documentos en producciones como vecinos, todos quieren con Marilyn y el señor de los cielos lo consolidaron como una de las actrices más reconocidas de Colombia. Su vida privada, sin embargo, ha sido tan observada como sus éxitos profesionales. En ese momento, su compromiso con el actor mexicano Rafael Gutiérrez ocupó los titulares, y lo mismo sucedió cuando, solo seis meses después de anunciar su promesa de amor, la relación se rompió. Gutiérrez rechaza su vida con la modelo colombiana Luisa María Montes. Sara, por otro lado, eligió Pasquini, un hombre de negocios del mundo de la publicidad y el marketing, directora del Mapa y el Grupo de CEO de Azzgency Latam. Con él encontró el equilibrio que estaba buscando. Y juntos, decidieron sellar su historia de amor con una boda que fue mucho más que un evento social: fue una muestra de identidad, lujo y detalles. El escenario elegido para la boda fue la sede de Llano Grande de Santamónica Premium Events, un espacio que ofreció la amplitud y la sofisticación que la pareja quería. Allí, entre 150 invitados, la actriz y el empresario vivieron un día que parecía tomado de una película: decoración de estilo francés, varios cambios de trajes de boda, un menú pensado en el milímetro, música en vivo, postres de autores e incluso un «momento loco» en el que el carnaval de Barranquilla tomó la pista de baile. Nada era aleatorio. La organización estaba a cargo de la empresa We Plan, que transformó el lugar con centros de mesa, comedores y detalles de diseño capaces de dar unidad a la atmósfera. Para el toque festivo, Sara quería que Colombia suiera y bailaran fuertemente: por lo tanto, los dulces divertidos con ideas y la casa C transportaban bailarines, Mapalé y todo el color de la fiesta de Barranquillera. El pastel y los postres fueron otra historia separada. El ingeniero electrónico se convirtió en un pastel de pastelería Mónica Nieva Quintero, conocido en redes como Mokandi16, creó piezas que mezclaban la tradición francesa con un aire juguetón y temático. Cada bocado fue diseñado para sorprender. Lo mismo sucedió con los cócteles, elaborados por el servicio etéreo adaptado a la novia y al novio, y con la estación de café colombiana, un gesto simbólico que vino de la mano de la compañía el sueño de los abuelos: mientras la fiesta continuó, los invitados podían servir una taza de café de origen, como una guiñada a la tierra de la actriz. El entorno técnico, luces, niebla, música, fue manejado Status Group Co, expertos en la conversión de espacios en escenarios mágicos. Y para que no quedara nada sin un disco, el camarógrafo Juan Montoya capturó la esencia de la ceremonia, mientras que el DJ conocido como DJGommy era responsable de la pista para nunca estar vacía. En resumen, fue una boda que se vivió como un espectáculo, pero que tenía algo más profundo: el deseo de Sara Corrales de mostrar de dónde viene, para resaltar sus raíces y compartirlas con el hombre que eligió caminar a su lado. Ella quería que México, su casa adoptiva y Argentina, la tierra de su esposo, se encontraran con Colombia en una celebración donde cada detalle hablaba de ella. La actriz, que una vez más fue señalada por sus romances que por su talento, hoy parece estar escribiendo una nueva etapa de su vida. Uno que no solo incluye la estabilidad sentimental que había buscado, sino también la certeza de que, a pesar de los viajes y los países, su identidad sigue siendo firme. La boda de Sara Corrales y Damián Pasquini fue, al final, más que una unión matrimonial: fue la puesta en escena de un sueño cuidadosamente bordado con recuerdos, sabores y sonidos lo que nunca dejó de pertenecer. También puede estar interesado
