El presidente francés, Emmanuel Macron, habla con los medios, en una imagen de archivo. EFE/Rádek Pietruszka
París (EUROEFE).- La crisis política de Francia ha evidenciado la soledad del presidente, Emmanuel Macron, abandonado por sus más fieles colaboradores, mientras la división es cada vez más evidente en la izquierda y la derecha moderada.
Sólo la extrema derecha aparece unida y preparada en este momento de crisis política, con un primer ministro en funciones, Sébastien Lecornu, y sin perspectivas de una salida que permita evitar el bloqueo del país.
Macron, valor a la baja
Señalado por todos como el responsable de la difícil situación que atraviesa el país, Macron se encuentra cada vez más aislado, acorralado por sus errores y con lo que sus familiares más fieles han ido cuestionando sus decisiones.
A las críticas de los partidos de la oposición se suman ahora también las de algunos de sus colaboradores, como su primer jefe de Gobierno, Edouard Philippe, o el presidente de su partido, Gabriel Attal, que también fue primer ministro.
El primero pedía una dimisión en diferido del presidente, una propuesta inédita desde el ámbito macronista, al tiempo que marcaba distancias con el hombre que lo nombró primer ministro en 2017.
Su propuesta es nombrar un primer ministro de transición, lo que permitirá adoptar los presupuestos para 2026 y, posteriormente, adelantar los presidenciales, inicialmente previstos para 2027. Un desafío a un Macron que repite que estará en la posición «hasta el último minuto».
Attal, que ya había criticado a Macron por el avance de las legislativas en el verano de 2024, afirmó que «como la mayoría de los franceses» no entiende las decisiones del presidente.
la lágrima izquierda
La unidad de la izquierda en el nuevo Frente Popular permitió que una coalición lanzada por la izquierdista La France Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon con socialistas, ecologistas y comunistas tuviera la mayor representación en la Asamblea Nacional en julio de 2024.
Pero con el paso de los meses el bloque se ha ido rompiendo y tras la dimisión de Lecornu las distancias se han ampliado entre los 72 diputados de LFI, los 66 socialistas, los 38 ecologistas y los 17 comunistas.
Los socialistas ya rompieron la disciplina para aprobar los presupuestos de 2025, bajo el gobierno del centrista François Bayrou, a cambio de reabrir el debate sobre la reforma de las pensiones.
Mientras LFI apelaba a resucitar el frente común, socialistas y comunistas han optado por tomar distancias con el grupo de Mélenchon, al que reprochan un exceso de rigidez para llegar a acuerdos con otras formaciones.
A la petición de LFI sólo acudieron los ecologistas, que también se reunieron con socialistas y comunistas para exigir el nombramiento de un primer ministro de izquierda.
La división se hace cargo de la derecha
Desde hace tiempo, el tradicional partido de derecha republicano tiene dos almas: la más conservadora, liderada por Bruno Retailleau, se impuso en el Congreso interno, a otra más liberal que la que se impuso el ex ministro Laurent Wauquiez, presidente de la próspera región de Auvernia-Rodano-Alpes, además de portavoz parlamentario de su grupo, que cuenta con 47 escaños.
Pero la crisis política amplió las distancias entre Retailleau, ministro del Interior en funciones y partidario de continuar en el Gobierno, y Wauquiez, que optó por romper su alianza con los macronistas.
Los cruces de reprocesamiento entre ellos son cada vez más cotidianos, y aunque por ahora parece que Retilleau tiene el control del partido una disidencia interna podría debilitarlo.
Le Pen, impulsada por las encuestas
La extrema derecha es la única que avanza como un bloque monolítico. La popularidad de su líder, Marine Le Pen, y los buenos resultados de las encuestas han silenciado otras voces de ese espacio político.
En cuanto se escucha a Iric Zemmour, quien en las presidenciales amenazó su hegemonía antes de conformarse con el 7% de los votos en la primera vuelta.
La única incógnita que pesa sobre la extrema derecha es el futuro judicial de Le Pen, inhabilitada cautelarmente tras haber sido condenada en primera instancia por financiación ilícita de su partido con fondos del Parlamento Europeo.
Su sentencia en apelación, en la que aspira a levantar su inhabilitación, no está prevista hasta el verano de 2026.





