Entre la curiosidad y el miedo, los colombianos comienzan a probar chips electrónicos bajo la piel

Entre la curiosidad y el miedo, los colombianos comienzan a probar chips electrónicos bajo la piel

Los chips electrónicos debajo de la piel ya son una práctica experimental en Colombia. Mientras que algunos los celebran, otros advierten riesgos éticos y de privacidad hace unos años, hablar sobre implantes electrónicos bajo la piel parecía tomado de una película de ciencia ficción. Hoy, esta práctica comienza a materializarse en varios países, incluida Colombia. En su versión más visible, estos son microchips implementados en la mano que permiten abrir puertas, activar computadoras, almacenar datos básicos o incluso pagar en las tiendas, sin la necesidad de claves, tarjetas o teléfonos celulares. Desde el laboratorio del día a día, el origen de esta tendencia se rastrea en países nórdicos como Suecia, donde desde 2015 compañías como Biohax International implementaron chips RFID a miles de voluntarios. La atracción era clara: con un simple movimiento de mano, podrían ingresar a la oficina o usar el transporte público. En Colombia no hay figuras oficiales, pero ya existen comunidades interesadas en Bogotá, Medellín y Cali. En los grupos de Facebook y Telegram, los testimonios circulan de aquellos que han importado chips de los Estados Unidos o Europa y se han sometido a procedimientos experimentales. Los testimonios que sorprenden a Andrés, ingeniero de sistemas de 32 años en Medellín, decidieron implantar un chip RFID entre el pulgar y el índice de la mano derecha. «Lo uso para abrir la puerta de mi oficina y encender mi computadora. Es como tener una llave invisible. El procedimiento fue rápido, como una perforación», dice. En Bogotá, Natalia, un diseñador gráfico de 28 años, optó por un uso más práctico. «No quería depender de tantas tarjetas o llaves. Ahora mi chip almacena mi información médica básica: tipo de sangre, alergias y contacto de emergencia. Si algo me sucede, cualquier teléfono celular NFC puede leerla», dice. Aunque los casos aislados, reflejan que la tendencia ya no está tan lejos. ¿Qué tan seguro es? Los chips no son más grandes que un grano de arroz y están encapsulados en vidrio biocompatible. Trabajan con la misma tecnología de tarjeta sin contacto (RFID o NFC) y solo se activan cuando un lector se acerca a ellos. Sin embargo, los especialistas en ciberseguridad advierten los riesgos. Lo más relevante es la facilidad con la que se puede clonarse la información. «No es que alguien te rastree como un GPS, pero puede robar datos si no hay protocolos de cifrado», dice Camilo Rodríguez, experto en seguridad digital de la Universidad de Los Andes. Más allá de lo técnico, surge un dilema ético: ¿qué pasaría si las empresas o gobiernos promovieran el uso de chips como requisito para acceder a los servicios? Allí se abre la discusión sobre la privacidad individual y la libertad. Lo que sucede en Colombia en el país, los implantes no están regulados. El Ministerio de Salud no ha emitido pautas, ni son parte del marco de dispositivos médicos. Esto los mantiene en una zona gris legal. Algunos estudios de tatuajes y piercadores corporales en Bogotá y Cali ofrecen el servicio bajo la advertencia de que es un procedimiento experimental y voluntario. Los precios oscilan entre 400,000 y 800,000 pesos, dependiendo del tipo de chip y la complejidad de la implementación. En Medellín, la comunidad de Medellín Hackerspace organizó en 2024 una reunión con tecnólogos y médicos alternativos donde se discutió la posibilidad de usar chips para pagar en el metro o como identificación universitaria. Regulación en otros países de Suecia: no existe una ley específica, pero debe cumplir con los estándares de biocompatibilidad. Reino Unido: en 2022 ICO advirtió a las empresas que no pueden obligar a los empleados a implementar chips. Estados Unidos: Algunos estados, como Wisconsin e Indiana, les prohiben exigirles de manera obligatoria. Australia: ciertos estados solo permiten su uso con consentimiento informado. Unión Europea: requiere la certificación CE de seguridad, considerando los dispositivos de bajo rango. Estos marcos muestran que el debate gira en torno a dos ejes: voluntariedad y protección de datos personales. Datos curiosos en 2018, la compañía sueca Epicenter implementó chips a más de 4,000 empleados para control de acceso y compras internas. En Colombia, algunos jóvenes ya reemplazan las tarjetas de coworking con papas fritas. El chip más popular es el XNT, desarrollado por la firma de las cosas peligrosas en los Estados Unidos. Los chips implantados debajo de la piel ya están en Colombia, aunque en una fase experimental y rodeadas de dudas. Mientras que algunos celebran la practicidad de tener una «clave invisible» en su mano, otros advierten sobre la privacidad y los riesgos de control. El futuro de esta práctica dependerá no solo de la tecnología, sino también de la capacidad del país para aprender de la experiencia internacional y pronto establecer un marco regulatorio. También puede estar interesado:

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