Él es el profe Alex, quien pasó de lijar carros en Boyacá a conquistar YouTube con 10 millones de seguidores

De lijar carros en Boyacá a conquistar YouTube con 10 millones de seguidores: Él es el profe Alex

Trabajó para un taller y estaba en el ejército, pero se cansó de esta vida y quería estudiar para especializarse en lo que ama tanto, las matemáticas en un mundo lleno de creadores de contenido que atraen al entretenimiento, Alexander Gómez o Profe Alez lograron avanzar con una propuesta diferente: enseñar. Su camino no estaba marcado por bromas, viajes o recetas de cocina, sino por disciplina, sacrificios y un profundo amor por las matemáticas. Hoy, este Boyacense tiene reconocimientos que muchos influyentes anhelan, aunque nunca imaginó lograr la fama. Sus primeras aspiraciones, como las de gran parte de su familia, se limitaron al trabajo, porque estudiar en la universidad parecía demasiado caro. Alexander nació en Duitama, «La Perla de Boyacá», un municipio clave para la economía del departamento. Allí, en medio de las familias dedicadas a los oficios de agricultura y servicio, descubrió su pasión por los números. Una tía y algunos maestros lo marcaron, sembrando en él la semilla de las matemáticas, el único tema en el que realmente fue aplicado. Fue incomprendido en todo lo demás, pero sin saberlo, ese amor lo convertiría en un pionero en su familia. Después de graduarse de la escuela, a los 17 años, sin expectativas claras, ingresó al ejército. Luego, consiguió trabajo como asistente en un taller latinoamericano, donde su trabajo era para lijar piezas de automóviles. La monotonía y la ropa física de ese comercio le hicieron tomar una decisión que cambiaría su vida: estudiar en la universidad, aunque nadie en su familia lo habría hecho antes. Fue un paso arriesgado, pero Alexander sintió que había la clave para transformar su destino. Para lijar los vehículos para ser uno de los mejores estudiantes de su carrera un día, su padre le encargó que pagara un recibo. Sin pensarlo dos veces, y saber que se ganaría una fuerte reglas, usó ese dinero para registrarse en la universidad. La incertidumbre sobre cómo financiaría sus estudios no lo detuvo. Aunque su familia lo dudaba, Alexander optó por todo por esa oportunidad. Se inscribió en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Duitama en una carrera nocturna. El único disponible fue el título en matemáticas y estadísticas. No era lo que soñaba, pero decidí intentarlo. | Puede estar interesado en cómo Álvaro Castillo convirtió su pequeño negocio en la librería de García Márquez y otros grandes escritores contra todo pronóstico, se convirtió en un estudiante ejemplar, obtuvo una beca que lo acompañó durante toda la carrera y desarrolló su proyecto de grado en la prisión de Duitama. Ese episodio lo marcó profundamente: entendió que la educación podría ser una herramienta de segundas oportunidades, incluso para aquellos que parecían haber perdido todo. Su dedicación abrió aún más puertas. En medio de su carrera, presentó un concurso de enseñanza al que se presentaron 3.200 solicitantes. Alexander ocupó el segundo lugar, lo que le permitió comenzar a trabajar incluso antes de graduarse, en una escuela de pesca pública, Boyacá. Ese fue el comienzo de una carrera como maestro que duró casi dos décadas, en la que consolidó su vocación y descubrió que su verdadera pasión no era llenar formatos o papeleo, sino en la enseñanza y la conexión con sus alumnos. Desde las aulas hasta YouTube: la decisión que lo llevó a la fama en paralelo a su vida como maestro, Alexander exploró su curiosidad por la tecnología. Comenzó a subir videos sobre informática, lo que le dio sus primeros suscriptores en YouTube. Sin embargo, pronto entendió que su verdadera fuerza era enseñar matemáticas. Mientras asistía a una maestría en gestión de tecnología educativa, materializó la idea de crear un canal educativo. Como parte de su tesis, grabó y publicó un curso completo sobre la ecuación de la línea, con veinte videos. El resultado fue sorprendente: su canal comenzó a crecer rápidamente. Estuvo en silencio frente a su familia hasta que llegó a 100,000 suscriptores. Desde entonces han pasado nueve años, y hoy su proyecto agrega millones de seguidores en todo el mundo. Su camino, sin embargo, no estaba exento de los sacrificios. Comenzó con una cámara de segunda mano y un micrófono simple. Pasó sus días entre clases, grabaciones y horas de edición. Su tiempo libre desapareció, pero su objetivo era claro: quería que cualquiera aprendiera las matemáticas de una manera simple, independientemente de sus recursos. Ese esfuerzo valió la pena. Alexander se retiró de las aulas tradicionales para dedicarse completamente a sus canales educativos. Hoy es uno de los creadores de contenido más influyentes en el campo académico, reconocido con la placa de Diamante de YouTube por exceder los 10 millones de suscriptores. Sus explicaciones cercanas, acompañadas de ejemplos prácticos y un tono amigable, permiten a miles de jóvenes comprender lo que parecía imposible antes. Su historia también rompe el estigma de que la educación es aburrida o inaccesible en las plataformas digitales. Más allá de su éxito personal, su misión continúa. En una entrevista con El Colombiano, reveló que trabaja en la creación de una plataforma educativa para apoyar a los estudiantes de la escuela. Su idea es que los jóvenes tienen un espacio digital seguro y gratuito para aprender, reforzar problemas complejos y descubrir el potencial que descubrió en su adolescencia. Un proyecto que, si se especifica, podría convertirse en una herramienta clave para reducir las brechas educativas en Colombia y América Latina. Al aterrizar partes de los autos para conquistar aulas virtuales, Alexander Gómez es hoy un ejemplo inspirador. Su historia muestra que la disciplina y la pasión para aprender pueden transformar cualquier destino, incluso cuando todo parece estar en contra. Su camino, lleno de tropiezos y perseverancia, es el testimonio que los sueños, tan inalcanzables que parecen, pueden cumplirse si están acompañados de esfuerzo, compromiso y amor por lo que se hace. Ver también:

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