El caballo de $3 mil millones que era de un narco, fue incautado y no aparece

El caballo de $3 mil millones que era de un narco, fue incautado y no aparece

El hermano Sun es recordado en las laderas como si fuera un patriarca. Un buen caballo que pasaba el cuello con la elegancia de un viejo torero, seguro de que cada paso era una reverencia. Lo aplaudieron en Palmira, lo aplaudieron en Bogotá, lo celebraron en videos que flotan en las redes sociales como reliquias. Y, sin embargo, a pesar de tanta memoria, hoy es poco menos que un fantasma: un animal costoso para el que nadie responde, que se evaporó de los inventarios del estado como si la tierra lo hubiera tragado. Dicen que vale lo mismo que una gran granja, que sus jóvenes se han multiplicado en los mangers del país medio, que sus saltos acanalados cuestan más que el salario único de un trabajador común. Pero cuando se le pidió a la Sociedad de Activos Especiales (SAE), la entidad a cargo de administrar los bienes incautados a los narcotraficantes, por su paradero, no hay respuesta. Esto es lo que dice el periodista Iván Serrano, quien ha investigado el problema. El hombre que lo compró y lo montó de Joaquín Mario Valencia Trujillo lo conocía como el jinete. No porque fuera una cámara de potro salvaje experta, sino porque su vida giraba en torno a aquellos animales que en Colombia son parte de un ritual prestigioso. Los caballos lo acompañaron a ferias y competiciones, eran su sello social. Pero en realidad, detrás de las Crines y los trofeos, había otra historia: la de un hombre que terminó extraditado a los Estados Unidos y sentenciado a cuarenta años por mover toneladas de cocaína en barcos que cruzaron el Pacífico. Lea también: ¿Quién es el propietario del caballo de Fine Passage más caro en Colombia que vale $ 5 mil millones capturados en 2003, en Cali, en una redada que parecía rutinaria? Al año siguiente ya estaba en una celda en Tampa, indicada como una pieza clave de un engranaje que heredaba las rutas del Cartel de Cali. Mientras tanto, sus caballos se dejaron aquí: Heritage 8, Barú y, por supuesto, el hermano Sun, que era su joya más preciosa. La granja de La Luisa, criada por él, narcotraficante, que era socio de los hermanos Rodríguez Orejuela en Jamundí, se convirtió en el escenario de sus dos pasiones: los caballos y la coca. Hubo campeones de caballos que buscaron en los juicios y, al mismo tiempo, una fachada elegante para ocultar el dinero que ingresó a los envíos enviados al norte. El linaje de un hermano emperador Sol no surgió de la nada. Su abuelo, Tupac Amaru, era un caballo mítico que pertenecía a Gonzalo Rodríguez Gacha, también conocido como el mexicano. Era el símbolo de una era en la que los jefes construyeron mangers con los lujos más vinculantes y las fuentes automáticas de bebida, e incluso los animales celebrados. El nieto heredó esa sangre y la multiplicó. De sus jóvenes han dejado campeones que aún ganan aplausos en el circuito internacional. Se estima que ha dejado a miles de descendientes, como si cada paso en la pista hubiera sido reproducido en otra generación de caballos orgullosos. En la multa de Fine Pass, el hermano Sol es sinónimo de linaje. Es un nombre en el mundo de las ferias equinas se pronuncia con la misma devoción con la que un coleccionista de arte habla de un Picasso. El momento en que el hermano Sun se perdió, la caída de El Caballeista arrastró sus activos. El estado incautó a Haciendas, cuentas bancarias, caballos. En teoría, todo tenía que ir al SAE. Pero lo que sucedió con el animal más amado por el narcotraficante es otro capítulo de esa novela de enredos que siempre acompaña a la administración de los activos de la mafia. Cuando en 2024 el SAE otorgó a la empresa privada Agroindustria renació el manejo de todos los animales incautados, lo lógico era que este caballo estaba en la lista. No apareció. Ni en archivos digitales ni en los registros de entrega. Nadie sabe con certeza qué duerme Manger, o bajo qué figura legal está protegida. Nadie sabe quién lo tiene. Y, sin embargo, de vez en cuando, como si quisiera demostrar que todavía está vivo, se lo ve en Instagram. En mayo pasado, un video suyo circuló en la Copa América de Palmira. En la grabación, puedes ver un caballo maduro, honrado con las reverencias, como si fuera un viejo general al que se aprecian las batallas. Lo curioso es que, oficialmente, el animal no pertenece a nadie. O pertenecer a todos, es decir, al estado. Pero el SAE está en silencio. No hay registros claros. No hay documentos que digan dónde está. En un país donde han desaparecido a edificios enteros de inventarios oficiales, que se pierde un caballo parece un detalle menor. Y, sin embargo, ese detalle revela todo un sistema de negligencia. En septiembre de 2003, un informe habló de los trucos de los narcotraficantes para continuar controlando sus activos desde la cárcel. Entre los ejemplos, apareció el jinete, decidido a continuar dominando sus caballos a pesar de la convulsión. Veinte dos años después, su sombra todavía está cerca. Nadie dice que Valencia todavía tiene su mano en el hermano Sol. Pero el silencio, la falta de registros, las apariencias esporádicas en las ferias, alimentan la sospecha de que la frontera entre el incautado y el privado nunca fue bien dibujado. El hermano Sol es hoy más que un gran animal de sangre. Es el espejo de un país donde el lujo de los Capos termina convirtiéndose en un botín oficial, pero se pierde en un mar de papeles y silencios. El caballo que una vez caminó con imperial en las vías, hoy se monta en la memoria como un fantasma. No porque haya muerto, sino porque su paradero se convirtió en una pregunta sin respuesta. En esa incertidumbre, una metáfora dolorosa supera: la del estado que está orgullosa de quitar sus tesoros, pero que no puede cuidarlos ni decir dónde están. Hermano Sun, el caballo fantasma, todavía está allí. No en los inventarios, no en los informes, sino en la memoria de los criadores que lo veneran, en los videos que lo muestran erecto, en el rumor de las pistas. Como si su destino recordara en cada paso, que en Colombia incluso un caballo de miles de millones puede desaparecer sin dejar rastro.

Fuente de la Noticia

Compartir en: