El amor no está en el corazón, sino en el cerebro, así lo revela la ciencia

El amor no está en el corazón, sino en el cerebro, así lo revela la ciencia

La neurociencia muestra que detrás de la caída, la maternidad y el paso del tiempo hay hormonas y circuitos cerebrales que forman el amor, el amor ha inspirado poemas, canciones y novelas durante siglos. Pero la ciencia muestra que, detrás de esas intensas emociones, hay procesos biológicos muy específicos. El neurofisiólogo mexicano Eduardo Calixto lo resume: «El cerebro es el verdadero protagonista de enamorarse, la maternidad y también los cambios que trae el paso del tiempo». La chispa de enamorarse cuando alguien nos atrae, el cerebro activa su sistema de recompensas. La dopamina, neurotransmisor del placer, genera euforia y pensamientos constantes hacia la persona deseada. Noreprenaline acelera los latidos y exacerba la atención. Esa mezcla química explica las famosas mariposas en el estómago. La antropóloga Helen Fisher lo sintetiza: «El amor romántico es un sistema de motivación, no solo una emoción; es más poderoso que el deseo sexual». La genética invisible de los estudios de atracción muestra que, inconscientemente, las mujeres prefieren el olor a hombres con defensas inmunológicas distintas de las suyas. Esto aumenta las posibilidades de que los niños tengan un sistema más fuerte. El neurólogo de António Damásio lo explica así: «El cuerpo y el cerebro no eligen al azar; buscan lo que garantiza una mayor supervivencia». El papel decisivo de las mujeres durante la ovulación, los niveles de estrógeno y la progesterona modifican la percepción de olores, voces y gestos. Según el psiquiatra Louann Brizendine, «las mujeres tienen cerebros entrenados para leer señales biológicas y sociales con mayor precisión». Desde la flecha en apego con el tiempo, la química del cerebro cambia. Oxitocina – «Hormona de unión» – se libera en abrazos, caricias y durante el orgasmo, reforzando la intimidad. La vasopresina está asociada con el compromiso y la fidelidad. Para Fisher, «la oxitocina y la vasopresina son el pegamento que soporta a las parejas a largo plazo». La maternidad y el cerebro se transformaron durante el embarazo, la materia gris en áreas de razonamiento lógico disminuye, al tiempo que aumenta las conexiones en áreas relacionadas con la empatía. La prolactina, junto con la oxitocina, fortalece la unión y la protección hacia el bebé. Calixto lo explica: «El sonido de cada bebé, cada aspecto, se convierte en un mensaje que el cerebro materno interpreta como una prioridad vital». El paso del tiempo y la plasticidad cerebral a partir de los 30 años, el cerebro pierde alrededor de 50,000 neuronas por día. Sin embargo, la plasticidad cerebral permite reorganizar las conexiones y compensar esas pérdidas. El neuroendocrinólogo Robert Sapolsky lo resume: «La biología siempre gana, pero podemos retrasar la derrota con buenos hábitos». Leer, aprender, hacer ejercicio, escuchar música y mantener los lazos sociales fortalece esa plasticidad. Fisher lo resume con una advertencia: «Comprender la biología del amor no le quita la magia; nos muestra por qué es tan poderoso». Y Calixto agrega: «Detrás de cada emoción, el cerebro gira la experiencia humana biológica». También puede estar interesado:

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