Dónde quedan los tres hoteles más terroríficos del país

Dónde quedan los tres hoteles más terroríficos del país

Huéspedes y empleados de estos lugares, aptos para hospedarse este mes de Halloween, han reportado apariciones paranormales a lo largo de su historia. En el corazón de Bogotá, el imponente Hotel Tequendama surgió entre 1950 y 1953 bajo la firma de los arquitectos Holabird & Root y Cuéllar-Serrano-Gómez, marcando un hito en la ingeniería colombiana con concreto armado y una estructura que crecía “un departamento por semana”. Con su inauguración el 17 de mayo de 1953 abrió sus puertas como símbolo de lujo y modernidad. Hoy recibe una transformación: ya no es exactamente el hotel de antaño, ya que en 2025 inició una remodelación para operar bajo la marca Four Points by Sheraton, dividido en dos alas y con una inversión millonaria para actualizar sus espacios. Leer más: Diez parques nacionales entre ríos, playas y bosques que revelan la belleza escondida de Colombia Pero detrás del brillo y la elegancia se esconde lo inquietante. Una invitada llamada Doris contó su noche en el piso 12 al famoso programa El Cartel de La Mega, donde contó que escuchó una voz masculina cuando apagó la luz y, en ese momento, se abrieron las puertas del armario. “Cuando pregunté en recepción sobre el incidente, no me dieron detalles concretos, pero por cómo reaccionaron, era evidente que habían tenido experiencias similares antes”. Este testimonio se suma a la leyenda paranormal que recorre los pasillos cuando el silencio se une a la noche. Este hotel todavía funciona, y su mezcla de pasado glamoroso con lo inusual lo convierte en un entorno donde el lujo y la tranquilidad comparten habitación. Poco después de Bogotá, en un lugar dominado por el precipicio del Salto del Tequendama, en Cundinamarca, se encuentra la enigmática Casa Museo Salto del Tequendama (antes conocido como Hotel del Salto). Su construcción se inició en 1923 y finalizó en 1927, a cargo de los arquitectos Pablo de la Cruz, Joseph Martens y Carlos Arturo Tapias, ubicada al borde del cañón como la guinda de un espectacular paisaje. Su uso como hotel deleitó a la élite capitalina, pero la construcción cayó en decadencia: la contaminación del río Bogotá y el abandono llevaron a su cierre en los años 1980. Por ello, habitantes del departamento comenzaron a elegir este destino como el último de sus vidas, entregándose al vacío del abismo. Esto alimentó aún más historias paranormales dentro de la propiedad, especialmente durante los años de abandono, cuando algunos visitantes realizaban rituales de magia negra. Quizás te interese: El billar emblemático de Bogotá en el que jugaban desde políticos hasta oficinistas y que hoy sigue en pie. Actualmente ya no funciona como hotel sino como Casa-Museo dedicada a la biodiversidad y el medio ambiente, un cambio de destino que no borra sus sombras. Muchos aseguran haber visto fantasmas u oído lamentos en los rincones de aquella estructura suspendida sobre el barranco. Finalmente, en Medellín se encuentra el Hotel Nutibara, inaugurado el 18 de julio de 1945, luego de su construcción iniciada a principios de los años 40 por el arquitecto Paul R. Williams. En su momento marcó el pináculo del lujo en el centro de la ciudad y fue el hotel más alto de Medellín durante años. Hoy continúa en funcionamiento, luce una nueva iluminación arquitectónica implementada por la ciudad para preservar su valor patrimonial y continúa recibiendo visitantes en un clásico que resiste el paso del tiempo. Aunque no tiene la fama fantasmal de los otros dos, su atmósfera señorial y su historia centenaria le dan una vibra especial que se siente al entrar al lobby o subir las escaleras donde hace décadas la alta sociedad se reunía para bailar y celebrar en sus pasillos.

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