Dónde está el primer zoológico de Colombia, muy cerca de Bogotá, donde conviven 1200 especies y no es el Santa Cruz

Dónde está el primer zoológico de Colombia, muy cerca de Bogotá, donde conviven 1200 especies y no es el Santa Cruz

Luego de pasar Villavo, en la ruta a Restrepo, se encuentra el Bioparque Los Ocarros, un gigantesco embalse natural donde se pueden observar las mejores especies animales. A menos de tres horas de Bogotá, el camino a Villavicencio se abre paso entre montañas y túneles que han acortado distancias y acercado planes. Para muchas familias, este corto viaje se ha convertido en la excusa perfecta para dejar atrás el ritmo acelerado de la capital y buscar un lugar donde los niños corren sin miedo, los adultos respiran diferente y la naturaleza se siente a un paso. Tres kilómetros antes de llegar a la capital del Meta, en la vía que conduce al municipio de Restrepo, aparece un espacio que parece hecho para eso: el bioparque Los Ocarros. Lea también: Diez parques nacionales entre ríos, playas y bosques que revelan la belleza escondida de Colombia El lugar tiene una historia simple y atrapante. Nació con el propósito de conservar la fauna nativa de los Llanos Orientales y los ecosistemas que la sustentan. No se habla de animales traídos de otros continentes ni de exhibiciones exóticas. Todo lo que ves pertenece a la región, como si la llanura hubiera decidido reunirse en un solo punto para que cualquiera pudiera conocerla sin adentrarse demasiado en su vasta y silenciosa geografía. Su nombre rinde homenaje al ocarro, el armadillo gigante que hoy se encuentra en peligro de extinción y del que el parque conserva un ejemplar que se mueve con una calma que inspira respeto. La ruta avanza entre senderos que revelan especies que muchos sólo conocen por fotografías. Las nutrias se deslizan por el agua como si el parque fuera su propio territorio salvaje. Las anacondas descansan somnolientas en recintos que permiten ser vistas de cerca sin perturbar su quietud. Hay venados que parecen salidos de un clásico paisaje llano, chigüiros que se mueven en tranquilos grupos, pumas y jaguares que nos recuerdan que esta región guarda imponentes depredadores, y animales menos conocidos como canaguaros, lapas y ñeques. De un lado, el tapir aparece como un recordatorio de que la selva y la llanura se tocan más de lo que se cree. Más adelante, se pueden escuchar aves de múltiples especies llenando el aire con sonidos dispares. También hay cocodrilos, tortugas, un oso de anteojos que observa con curiosidad y diferentes tipos de osos hormigueros, incluido el tamandua, que se mueve con inesperada delicadeza. Todo está pensado para hacer de la visita una sencilla experiencia de aprendizaje. El bioparque no se siente como un zoológico tradicional, sino más bien como una ventana a un territorio que ha tratado de preservar lo que le pertenece. Cada espacio cuenta algo sobre la Orinoquia. La vegetación, colores y distribución de los recintos mantienen la idea de visitar un ecosistema vivo. Quienes llegan con niños suelen descubrir que son los primeros en emocionarse, pero los adultos acaban igual de sorprendidos al ver especies que forman parte del imaginario del llano y que pocas veces se ven tan de cerca. Además del recorrido principal, el lugar ofrece actividades que completan la experiencia. Existe un paseo en bicicleta acuática que se ha convertido en uno de los favoritos de quienes visitan con sus familias. Los senderos permiten caminar tranquilamente mientras prevalece el paisaje de precordillera llanera con su espesa vegetación. En definitiva, el bioparque Los Ocarros es más que un plan de fin de semana. Es un espacio que reúne la esencia de los Llanos Orientales y la pone a disposición de quienes llegan desde Bogotá o quienes viven en Villavicencio y buscan un respiro diferente. Es un lugar para aprender sin esfuerzo, para sorprenderse sin artificios y para entender que, a veces, estar cerca de la naturaleza es cuestión de tomar un camino y dejar que el camino haga el resto.

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