El artista puertorriqueño Bad Bunny enfrenta una demanda civil ante el Tribunal de Primera Instancia de San Juan, presentada por Román Carrasco, un hombre de 84 años que afirma que el equipo del cantante reproducido sin autorización sin autorización de la aparición de su casa en Humacao de Humacao conocido como ‘LA Casita’, elemento central de sus conciertos y su elemento de conciertos de Audiovisual, el álbum.
Según el documento judicial, Carrasco sostiene que los rasgos arquitectónicos y el estilo de su hogar fueron replicados en un cortometraje promocional y en presentaciones en vivo, que luego provocaron una ola de visitantes que buscan tomar fotos frente a la propiedad.
La defensa del acusado garantiza que la exposición pública haya alterado su privacidad y tranquilidad, ya que la casa se convirtió en un punto de atracción para los seguidores de los artistas, que difundieron imágenes en redes sociales e incluso productos comerciales sin que él recibiera ninguna compensación.
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El hombre también acusa a los miembros del equipo de producción de haberlo engañado para firmar un consentimiento digital. Según su versión, un Cazatalent le pidió que capturara su firma en la pantalla de un teléfono celular sin explicar el alcance del acuerdo, una situación agravada porque no sabe leer o escribir. Sus abogados argumentan que esta maniobra lo dejó en desventaja contra los medios y la magnitud comercial del proyecto.
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Carrasco solicita una compensación de aproximadamente seis millones de dólares (más de 3,000 millones de pesos colombianos) por uso inadecuado de la imagen de su hogar, enriquecimiento ilícito y daño emocional. También alega que solo recibió un pago inicial de alrededor de $ 5,200 por permitir la grabación del cortometraje durante dos semanas en Navidad de 2024, sin saber que la imagen de su casa se replicaría en el paisaje de una residencia de concierto.
Hasta ahora, ni las empresas malas ni las compañías vinculadas han emitido comentarios públicos sobre el caso. La disputa legal surge mientras el artista culmina en el Coliseo de Puerto Rico su residencia histórica ‘No quiero irme aquí’, con 31 presentaciones totalmente agotadas, en las que ‘La Casita’ se convirtió en un ícono visual del espectáculo.
El tribunal puertorriqueño será responsable de determinar si la recreación de la propiedad constituye una infracción de los derechos de propiedad e imagen o si, a pesar de las similitudes entre ambas construcciones, el uso que se hizo de esa réplica tiene la autorización adecuada o algún apoyo legal.
