Así fue la titánica expedición con la que se lograron recuperar cinco piezas del Galeón San José

Así fue la titánica expedición con la que se lograron recuperar cinco piezas del Galeón San José

Mientras Colombia, España, Bolivia y una empresa gringa se pelean por la propiedad del tesoro, el presidente Petro mostró lo que han podido extraer del fondo del mar. A más de 600 metros de profundidad –una zona donde no llega la luz, la temperatura baja y la presión aplasta cualquier intento humano de descender– un brazo robótico avanzaba con precisión casi quirúrgica. Allí, entre sedimentos acumulados desde 1708, aparecieron los primeros cinco objetos arqueológicos que Colombia ha recuperado en la segunda fase del proyecto de rescate del Galeón San José: un cañón, una taza de porcelana, tres macuquinas y fragmentos de cerámica. Piezas pequeñas, discretas, pero colosales en valor histórico. Esta escena forma parte de la Operación Poseidón, un despliegue tecnológico que permitió a la Armada Nacional posicionar barcos capaces de permanecer inmóviles, milímetro a milímetro, sobre un punto invisible del océano. En este espacio protegido, un mínimo desvío puede alterar el contexto arqueológico. Por ello, aunque los buzos del equipo de Buceo y Rescate no descendieron -la profundidad lo impide- fueron ellos quienes dirigieron cada movimiento del brazo teleoperado. La extracción corresponde al proyecto “Hacia el corazón del Galeón San José”, una alianza inédita entre el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Culturas, la Armada, DIMAR e ICANH. Tras una primera fase de caracterización no intrusiva, llegó el momento en que la historia, por primera vez, fue tocada con pinzas de metal y extrema precaución. El presidente @petrogustavo, la ministra @KadamaniYannai y la directora @alhena_caicedo presentaron los 5 objetos arqueológicos recolectados del Bien de Interés Cultural Galeón San José: un cañón, una taza de porcelana y tres macuquinas (monedas) que revelarán secretos… pic.twitter.com/hDuR67zOJy— MinCultura Colombia (@mincultura) 20 de noviembre de 2025 Objetos mínimos, preguntas gigantes Para Alhena Caicedo, director del ICANH, estos objetos son una ventana real, no mítica, al pasado. Permiten a los ciudadanos entender que San José no es un botín sino un capítulo material de la historia del país. Las piezas ya se encuentran en el Laboratorio de Patrimonio Cultural Subacuático del CIOH, donde comienza un minucioso proceso: retirar sales, controlar la humedad, evitar fracturas y permitir que metales y cerámicas se enfrenten al aire por primera vez desde el siglo XVIII. Cada objeto responde a diferentes preguntas: Las macuquinas pueden indicar los orígenes exactos del metal y las rutas comerciales coloniales. La porcelana, probablemente asiática, ilumina el comercio transoceánico que conectaba Manila, Acapulco, Panamá y Cartagena. El cañón permite rastrear las tecnologías de fundición y las tácticas navales de la época. Los sedimentos son clave para comprender cómo se produjo el hundimiento y cómo se han conservado los restos del naufragio. La historia conocida del Galeón El galeón San José nació a finales del siglo XVII en los astilleros del norte de la Península Ibérica, cuando la Corona española apostaba por construir embarcaciones capaces de cruzar océanos, defender rutas imperiales y transportar inmensas cantidades de mercancías. Se trataba de un auténtico barco de gran tamaño, perteneciente a la Armada española, diseñado tanto para fines comerciales como militares. Como todos los galeones de su época, podía resistir tormentas feroces, navegar distancias de meses y sostener una economía basada en metales preciosos, porcelana, armas, alimentos y artículos de lujo. En 1706 emprendió su primer viaje al Nuevo Reino de Granada. Atracó en Cartagena de Indias, ciudad que entonces era uno de los puertos más protegidos y estratégicos del Caribe. Allí hizo gestiones comerciales y regresó a España, inaugurando una ruta que se haría común: envíos de plata, oro, esmeraldas, cacao, textiles y manufacturas que conectaban territorios lejanos a través de una red comercial que abarcaba América, Europa y Asia. Dos años más tarde, en 1708, mientras realizaba otro de aquellos viajes de regreso, el San José hizo escala en Portobelo (Panamá), donde recogió un cargamento de extraordinario valor, estimado hoy en unos 20.000 millones de dólares. Pero nunca regresó. Frente a Cartagena, en plena Guerra de Sucesión Española, la flota británica interceptó el galeón. Los registros ingleses hablan de una explosión devastadora. Lo cierto es que el San José se hundió con casi 600 hombres a bordo y estuvo perdido en la oscuridad del mar durante más de tres siglos, convirtiéndose en un mito, una obsesión y un tesoro imaginado por medio mundo. Más de 300 años después, en 2015, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, un equipo de exploración encontró los restos del naufragio. Desde entonces, el galeón no sólo volvió al mapa: también volvió a la disputa internacional. Hoy su suerte se analiza en instancias como la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, con reclamos simultáneos de Colombia, España, Bolivia y la empresa estadounidense Sea Search Armada, que afirma haber localizado la zona décadas antes. De esta manera, el proyecto “Hacia el corazón del galeón San José”, del que forman parte @El_Icanh, @mindefensa, @mincultura, @ArmadaColombia y @Dimarcolombia, se consolida como la primera investigación interdisciplinaria que articula el sector cultura y el sector defensa en el… pic.twitter.com/c7djtZ6PmB— MinCultura Colombia (@mincultura) 20 de noviembre de 2025 Lo que viene: el La historia aún no está escrita La tercera fase del proyecto está en pausa mientras se responde a la pregunta esencial: ¿cómo se hundió realmente el galeón? ¿Fue la explosión reportada por los ingleses o un deterioro estructural acumulado que coincide con la forma compacta en la que se encontraron algunos elementos? Para solucionarlo, el componente histórico liderado por Antonio Jaramillo ha ampliado su visión: ya no trabaja sólo con archivos europeos. También con documentos encontrados en Cartagena, Panamá y Perú, que habían quedado fuera de la narrativa tradicional del naufragio. El Gobierno insiste en que el objetivo no es extraer un tesoro, sino proteger un patrimonio cultural sumergido, parte innegociable de la identidad colombiana. Por eso se creó una mesa multidisciplinaria que debe definir si en el futuro habrá nuevas extracciones, cómo se harán y bajo qué condiciones éticas, científicas y diplomáticas. San José, que pasó tres siglos en silencio, ahora vuelve a hablar entre fragmentos. Y Colombia intenta, por primera vez, escuchar sin prisas, sin codicia y con la conciencia de que bajo esas aguas no sólo hay riqueza material, sino memoria.

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