Así es Murillo, el pueblo más bonito del Tolima que vive a la sombra del Nevado del Ruiz

Así es Murillo, el pueblo más bonito del Tolima que vive a la sombra del Nevado del Ruiz

 

Esta joya oculta de Tolima está a unas 6 horas de Bogotá, queda atrás los municipios de Mosquera, Albán, Cambao, Armero y otros

La primera vez que Murillo se pide, uno siente que ha entrado en una pintura pintada con una paleta de gris, verde y azul que no se ve en ningún lugar del país. Es una ciudad que se eleva a casi 3000 metros sobre el nivel del mar, y su vida, su historia y su alma están vinculadas al coloso de roca y hielo que domina todo: el Nevado del Ruiz. Este no es un lugar que se entregue fácil, pero que se gane por pulso, subiendo un camino de curvas que parecen interminables, sin embargo, en la montaña hasta que repentinamente, en una curva, aparece la postal.

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Y no es una postal. Es una rodilla de casas de madera y techos de zinc, apretados sobre una pendiente, como si se abrazaran para protegerse del frío que cubre los huesos. La arquitectura de «mesa de parada», con sus fachadas de colores pastel y sus flores de flores que desafían el clima, le da un aire de la historia. El parque principal, con sus árboles podados con la precisión de un artesano, es el corazón del lugar, el punto de encuentro donde las conversaciones se construyen y calientan el alma con un vino tinto.

Pero Murillo es más que una cara bonita. Es un portal a un mundo salvaje, un lugar donde el páramo se revela a su máxima expresión. Unos pocos kilómetros, el paisaje cambia por completo, y los friagons, esos guerreros silenciosos que mantienen el agua de los Andes, se elevan como un ejército de gigantes. Es el cañón del río Lagunilla, una herida majestuosa en la tierra lo que nos recuerda la fuerza de la naturaleza. Y más allá, la nieve de la Ruiz, impune, testigo de la historia y el señor de la tierra.

Los Murillenses, personas de una escasa palabra y mirada profunda, saben que viven en un paraíso frágil. La colonización antioquia trajo arquitectura de madera y tenacidad para trabajar en la tierra. Los Boyacenses, en ese momento, llegaron con la sabiduría de las papas, ese tesoro subterráneo que contiene la economía local. Y hoy, la mezcla de estas culturas ha dado a luz a una comunidad que vive del ganado, la agricultura y, cada vez más, del turismo responsable. Es una ciudad que entendió que su mayor riqueza no es sus cultivos, sino la belleza que la rodea.

Murillo es un lugar para el alma, para aquellos que buscan el silencio que solo rompe el viento y la canción de los pájaros, para aquellos que quieren perderse en un paisaje que te hace sentir pequeño y, al mismo tiempo, parte de algo mucho más grande. La «perla del norte de Tolima» no es un apodo, es un reflejo de lo que es esta ciudad: un tesoro escondido que brilla con la luz de sus montañas y la calidez de su gente. Es una ciudad que está a 6 horas de Bogotá, dejando a Mosquera y pasando por Albán, Cambao, Armero, Líbano y otros pueblos. Dicen que el que se atreve a escalar a Murillo ve que la belleza de esta ciudad entra en la sangre y mantiene al visitante para siempre.

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