Con el lema «nos gusta arriba, no abajo», la ex actriz de cine para adultos lanzó su precampaña para el Senado, ubicándose en el puesto 31 de la lista «La gente que está en el Congreso va a mis fiestas. A los congresistas les encanta estar en las fiestas que hago, les encanta burlarse de nosotros e invitarnos a reuniones en sus oficinas para que hablemos con ellos de nuestra causa, pero nunca para defenderla. ¿Por qué no puedo estar ahí?». preguntó Deicy Alejandra Omaña Ortiz, mejor conocida en las redes sociales como Amaranta Hank. La periodista y ex actriz porno, que no logró culminar sus estudios de Comunicación Social en la Universidad de Pamplona tras ser expulsada, decidió lanzarse a la arena política con una propuesta de precampaña al Senado dentro de la consulta del Pacto Histórico el pasado domingo 26 de octubre. Obtuvo el apoyo de 15 mil electores, ubicándose en el lugar 31 de la lista del partido. Le puede interesar: Influencers como Wally y Amaranta Hank arrebataron los votos a veteranos y petristas pura sangre Lejos de considerarlo una derrota, Amaranta celebró el resultado como una victoria simbólica. Asegura que cada voto fue producto de la convicción y no de los métodos tradicionales de campaña. No hubo compra de votos ni regalos, sólo la voluntad de quienes apoyan su causa, enfocada en la defensa de los derechos laborales de las trabajadoras sexuales, una población históricamente marginada que ella busca visibilizar y dignificar. A sus 33 años, Alejandra ha desempeñado múltiples trabajos que han marcado su vida y su discurso público. Fue actriz porno, periodista, coordinadora de privacidad en producciones audiovisuales y, más recientemente, funcionaria del Ministerio de Igualdad en 2024. Este último cargo la colocó nuevamente en el centro de la conversación mediática, sobre todo después de que la entonces ministra y vicepresidenta Francia Márquez expresara fuertes críticas a su nombramiento. En respuesta, el propio presidente Gustavo Petro salió en defensa de la ex trabajadora sexual con una frase célebre que marcaría división dentro del gabinete presente en el Consejo de Ministros: “Y nadie que sea negro me va a decir que hay que excluir a un actor porno que creó el sindicato de trabajadoras sexuales en París”, en referencia también al ex ministro Juan Carlos Florián, figura que también criticó Márquez. Leer más: La sentencia de la Corte que llevó a Juan Carlos Florián a dimitir del Ministerio de Igualdad La polémica en torno a Amaranta Hank no empezó con su paso por la política. Años antes, su nombre ya aparecía en los titulares por las denuncias que interpuso contra el periodista Alberto Salcedo Ramos, a quien acusó de abuso sexual. Según su testimonio, los hechos ocurrieron cuando ella aún era una joven reportera en Bogotá, antes de ingresar a la industria para adultos. La denuncia desató una intensa discusión en los círculos periodísticos del país y desembocó en un proceso judicial que duró meses. Aunque la escritora fue absuelta en 2024, Amaranta sostuvo que el fallo mostró el desequilibrio de poder que enfrentan muchas mujeres cuando deciden denunciar a figuras influyentes. El caso la convirtió en un símbolo incómodo dentro del feminismo colombiano. Para algunos, representa una voz valiente que se atrevió a señalar las jerarquías de poder en los medios; Para otros, es una figura controvertida por su defensa del trabajo sexual como una actividad legítima y no como una forma de explotación o trata. Incluso en medio de estas tensiones, Amaranta mantuvo su posición sin dudarlo. Ha participado en movimientos como Astrasex en Bogotá, donde combina la crudeza de su historia personal con un discurso político que exige reconocimiento y reparación para quienes se ganan la vida con el trabajo sexual. Hoy espera con determinación las votaciones legislativas del próximo 6 de marzo. Su objetivo sigue siendo el mismo que la llevó a postularse: lograr, desde el Congreso, la regulación de las actividades sexuales remuneradas y con ello garantizar derechos y dignidad a una población que durante décadas ha permanecido en la sombra.






