Ricardo Giraldo, director de la firma Rag Abogados SAS, ha construido una sólida reputación gracias a su carrera académica y su pasión por el derecho penal. Es un maestro en leyes de procedimientos penales y teoría del delito, un candidato para un médico y tiene especializaciones y estudios internacionales que fortalecen su perfil profesional.
Esa gira se materializó en un logro histórico: el comienzo de los diálogos formales entre el estado colombiano y el ejército de Gaitanista de Colombia (EGC). Un escenario que hasta hace unos meses parecía imposible y que hoy marca un precedente, porque nunca antes un grupo armado ilegal de la región había logrado aceptar actuar como anfitrión y mediador en una negociación de paz.
En una conversación con este medio, Giraldo enfatizó que su papel no busca prominencia personal, sino para contribuir a la paz. «Lo esencial es que las comunidades pueden vivir en silencio y con oportunidades decentes», dijo, recordando que la confianza que el personal conjunto y sus miembros de EGC ha sido decisivo en el proceso.
El abogado, con un profundo sentido espiritual, le preguntó a Dios que las partes no abandonan la mesa hasta que termina lo que describió como un «conflicto armado degenerado», caracterizado por violar los derechos humanos de manera inimaginable. Además, extendió un llamado al ELN y a los disidentes del FARC para unirse a la búsqueda de la paz, excediendo los intereses políticos o ideológicos.
Giraldo también destacó el papel del embajador de Colombia en Cattar, la Dra. Odette Yidi, a quien elogió por su calidad humana y profesional, describiéndola como el mayor éxito de la gestión diplomática del país. En la misma línea, agradeció su excelencia Ahmed Alzada, de quien destacó su persistencia y experiencia en el ámbito internacional.
Según el jurista, el apoyo del catarí es clave, pero debe complementarse con el acompañamiento de la comunidad internacional, en particular de los Estados Unidos y la clase política nacional. En su opinión, los problemas de Colombia son estructurales y no se resuelven simplemente señalando a grupos armados ilegales, cuya existencia, él dijo, es el resultado de esas mismas fallas históricas.
Finalmente, hizo un fuerte llamado al liderazgo político colombiano, involucrado en un proceso electoral constante, para reflexionar y dar prioridad a la paz. «Basta de discursos de odio e incitación de guerra. Si la guerra fuera la solución, Colombia sería más segura que Suiza después de todos los que hemos sufrido», concluyó.





